Las carillas dentales son láminas delgadas, de diferentes materiales y colores, que se adhieren a la parte frontal del diente para mejorar la estética de la persona. Se trata de un producto innovador que permite ocultar cualquier posible imperfección en la forma y color de los dientes, al mismo tiempo que puede disimular perfectamente las holguras de espacios entre ellos. Todas coinciden en que son delgadas, resistentes a las manchas y duraderas, de manera que soportan el desgaste natural de los dientes. Cada una tiene sus ventajas y sus inconvenientes. ¿Quieres saber qué tipos de carillas dentales existen?
Existen tres tipos principales de carillas dentales.
Carillas dentales de porcelana
Las carillas dentales de porcelana suelen ser las más utilizadas porque apenas se aprecian los cambios en el aspecto de los dientes de la persona (color, forma y tamaño). Estas piezas se diseñan individualmente en el laboratorio dental, según las necesidades del paciente, y su translucidez consigue que reflejen la luz como si fueran dientes reales, proporcionando un aspecto muy natural en la dentadura. Contrariamente a las carillas dentales de resina compuesta que pueden parecer muy blancas o incluso calcáreas, en las de porcelana se puede elegir el blanco que se complemente con la persona. Además, son las más delgadas que hay en el mercado.
Son muy resistentes a las manchas, incluso a manchas como el café o el vino y, por lo general, pueden durar de 10 a 15 años, e incluso toda la vida. En la mayoría de los casos, no requieren hacer ningún cambio en los dientes naturales.
Claro que, no todo es de color de rosa. Este tipo de carillas dentales suelen ser las más costosas y requieren una pasta especial para pulir. Sin olvidar que, si se rompen, no se pueden reparar, sino que habría que reemplazarlas por completo, con el coste que esto supondría.
Carillas dentales de cerámica
Las carillas dentales de cerámica son las más populares. Suelen utilizarse porque imitan bien la dentadura, aportan una apariencia natural y duran bastante. Se diseñan para adaptarse a cada paciente en concreto y apenas requieren preparación del diente. Uno de los materiales cerámicos más utilizados suele ser la zirconia, por no provocar reacción y por ser resistente a la infección bacteriana.
Estas carillas dentales se cementan en las superficies frontales de los dientes, mejorando el aspecto de los dientes rotos, descoloridos, astillados o deformes. También pueden servir para reforzar la integridad estructural de los dientes rotos o débiles. Para ello, es necesario retirar un mínimo de esmalte para darle el espacio adecuado para su fijación a los dientes.
Su color se puede adaptar a tus gustos. Por ejemplo, si quieres lucir una sonrisa más blanca, el dentista lo tendrá en cuenta a la hora de prepararlas.
Durante unos días, es posible que sientas un poco de sensibilidad dental como consecuencia del tratamiento, aunque es algo temporal.
Carillas dentales de composite
Las carillas dentales de composite, es decir, de resina compuesta, son extremadamente resistentes. Por algo las utilizan en la industria espacial y aeronáutica. Pueden cubrir grietas,
dientes descoloridos y astillas. Por lo general, la preparación dental es mínima o ninguna, preservando la estructura dental natural intacta, al mismo tiempo que ofrece un resultado natural.
El dentista va combinando cuidadosamente la resina para conseguir el color de los dientes y la aplica sobre la superficie del diente en capas. A continuación, moldea y pule el material. Un trabajo que, por lo general, solo requiere de una sesión para colocarla.
Este tipo de carillas dentales no son tan naturales como las de porcelana, pero su precio es la mitad de las de porcelana, y si se usan de alta calidad, pueden ofrecer un aspecto bastante aceptable. Lo malo es que tienden a mancharse con el tiempo.
Ahora que conoces los tres tipos principales de carillas dentales que tienes para elegir, no dudes en consultarlo con un especialista para que pueda guiarte y aconsejarte, según tus necesidades personales.
